viernes, 1 de diciembre de 2017

Soy una mujer esclava de la teta?

Escribo con la pequeña al pecho, porque lleva dos días que no duerme si no es con mi pezón en la boca. Quiere succionar todo el rato y tener algo entre los dientes, pero los chupetes y mordedores no alivian las molestias de los nuevos dientes o no le satisfacen.



Y yo que pensaba que cuando le salieran los dientes sentiría la necesidad de morder los alimentos y por ende comer más cosas... Qué ilusa! Creía que al acercarse al año de edad no le bastaría con beber leche materna, que el poco arroz y jamón cocido que hasta ahora le gustaba tomar cada noche se tornaría en pollo con verduras, ternera, cremas, cereales... Pero no está siendo así y cada vez nos damos más cuenta de que una dieta más o menos normal (o sea de plato) tardará bastante tiempo en llegar. Aún así no tiramos la toalla, y en cada desayuno le ofrecemos su galleta que entre risas rompe y tira al duelo, en la comida le damos de nuestro plato o le preparamos alguna cremita que se niega en rotundo a probar, en la merienda que no falte la fruta que a veces chupa y escupe y otras ni eso, y en la cena su arrocito o pasta con jamón o pollo que va picando como un pajarito mientras juega delante de nosotros.

He buscado por Internet información y veo que no estamos solos, que hay más niños y siempre los habrá como ella, que criados siempre al pecho han tenido épocas de querer probar otros alimentos pero a partir del año se han vuelto “teta-adictos” y ya no les interesa otra cosa más que estar en el regazo de mamá para comer y también para dormir.


¿Y qué dicen los profesionales? Pues eso depende de a quien llamemos profesionales. Los dietistas? Los pediatras? Las matronas? Los investigadores? Las mamás con experiencia valdrían en este caso como profesionales? Pues bien, hay de todo: los que dicen que si les quitas el pecho comerán, los que aseguran que si les dejas un par de horas sin comer cogerán la comida que sea para alimentarse, los que proponen obligar al niño a comer a la fuerza, lo alarmistas que te mencionan el hacer analíticas a la criatura para saber si está nutrida o no... y unos pocos que te tranquilizan diciendo que es normal y que mientras haya teta no pasa nada. Claro está que me quedo con estos últimos, pero soy madre, quiero lo mejor para mi hija, así que cada vez que le doy el pecho, cada vez que le pongo un puré y no le obligo a comer, cada vez que veo que chupa el pan y no lo devora a mordiscos o come un poco de pollo y se va, me pregunto si lo estaré haciendo bien, y dudo de todos los profesionales.

Pero si hay que fijarse en las pruebas lo que está claro es que mi bebé crece, tal vez no como la mayoría con sus mofletes y sus lorzas, pero va creciendo. Mi bebé gatea y camina agarrada a los muebles, juega con todo lo que pilla, es dicharachera y risueña... No para, y se la ve feliz. Hace pis a menudo, caca cada día. De verdad he de preocuparme porque no quiera probar un puré de verduras o de frutas? Tal vez no. Porque mi bebé tiene a demanda lo que ella quiere, leche materna, sin horarios, sin cronómetro, sin cantidad fijada.

Pues entonces que nadie ponga cara rara al ver que mi niña cumple un año y sólo quiere teta, que soy yo la que se la da, que soy yo la que se sacrifica por ella, que soy yo la que más desea que esté bien alimentada. Y sí, es un sacrificio, porque cualquiera que haya leído un poco de mi historia sabrá que en cuanto termine con la lactancia materna he de hacerme una mamografía, y hasta entonces no podré. Así que cuanto más se alargue la espera, más se alarga la incertidumbre sobre mi salud.


Mujer esclava de la teta? Puede ser. A día de hoy le doy el pecho a mi hija cada 2 horas como mucho. No puedo ir al cine, ni a cenar a solas con mi chico porque la pequeña empieza ahora a aprender a beber de un vaso o taza adaptada, y en un futuro cercano podré disfrutar de más “libertad” siempre y cuando me saque leche para que quien se quede con ella pueda dársela. No recuerdo lo que es dormir más de 2 horas seguidas. Además tengo insomnio cuando me acuesto y hace meses que no pruebo el café. He podido comer 4 veces tranquila en estos 11 meses, sin parar para atenderla, sin tener que sacar la teta en el segundo plato, sin tener que recalentar la comida, sin tener que comerme una ensalada en hora y media. No sé ya lo que es ver una película seguida, ni siquiera las que tan solo duran hora y media. Ya no recuerdo la última vez que tuve una rutina de hacer deporte varias veces a la semana. Tampoco recuerdo lo que es leer una novela, pues siempre tengo otras cosas "más importantes" pendientes por hacer cuando hay algún hueco libre en mi día. Y es que dar de mamar y atender las quejas de un lactante que solo se tranquiliza con el pecho ocupa muchas horas del día.

Bendito el día que decidí lactar a mi bebé el máximo tiempo posible, porque aun con cansancio en mi cara y flojera en mi cuerpo, ella me premia siempre con su sonrisa, y entonces todo esfuerzo es recompensado. 

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